domingo, 9 de noviembre de 2008

Expresión de Claro de Luna

Nos encontramos en una plaza, en la oscuridad, sólo hay un pequeño farol encendido, encima de la puerta de una pequeña casa, que está a una esquina de la plaza. En medio, hay una fuente que gotea poco a poco, y cada golpe que da al suelo cuando cae una gota resuena en toda la plaza como si tuviera que ser la primera y la última gota, como si luego no viniera otra, pero sin darte cuenta, cae otra, y otra después de la segunda y, al final te acostumbras, cómo si creara una melodía, pero que, en realidad no son más que sonidos sueltos que crean las gotas cuando caen al suelo.
De repente, vemos a una mujer, a la que sólo se le puede apreciar por su blanca tez dónde se marcan sus rasgos, en este momento de miedo, y es justo eso lo único que consigue iluminar el pequeño farol. Aunque, también, se puede ver más o menos su figura, es una mujer alta, delgada, parece que sujeta algo en la mano, fuerte, con inseguridad, aunque no se ve el qué.
La mujer, con cuidado pero con insistencia llama a la puerta que hay debajo de ese farol que la iluminaba, pero parece no haber nadie dentro de la casa ya que llama una vez y otra pero nadie le contesta. En ese momento brilla una gota en su mejilla ahora roja por el frío. Ahora ya no es miedo lo que expresa, es preocupación, desespero, frustración. Ya no le quedan fuerzas para nada, las ha perdido todas soñando y siendo optimista, imaginando, llamando a la puerta...
Lo único que consigue es deslizarse hacia abajo, poco a poco, con silencio hasta quedar arrinconada en el portal de esa casa, bajo la luz de ese farol... y, usando sus últimas fuerzas para abrazar a lo que llevaba entre los brazos, intentando protegerlo, cuidándolo. Probablemente, si cerraba los ojos, nunca más volvería a despertar, aunque la melodía de las gotas de agua la tranquilizaron hasta que, por fin, cerró los ojos, poco a poco, con miedo pero esta vez segura y con parsimonia.
Sònia

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