En una lúgubre y fría medianoche de invierno, un hombre estaba en su cuarto embebido y medio dormido, cuando de repente sonó un leve golpe, el origen era la ventana de su cuarto, pero él creía que provenía de la puerta. Pensó que era un simple personaje que lo visitaba a deshora. Más tarde le vino a la cabeza el pensamiento de que podría estar llamando Leonora, su difunta amada, pero en poco tiempo se dio cuenta de que simplemente era el sonido del viento. Abrió la puerta y no vio nada más que la oscuridad de la cerrada noche. Mientras tanto, solo podía balbucear el nombre de su amada, aunque su única respuesta era su propio eco.
Al volver a su habitación, el ruido se repetía de forma constante y su intensidad iba en aumento, aunque él se autoconvencía de que era el viento. Volvió a la puerta y, al abrirla, le sorprendió un majestuoso cuervo volando por encima de su cabeza para posarse sobre el dintel de la puerta. El hombre le preguntó su nombre en la ribera de la Noche Plutónica, a lo que el cuervo contestó: "Nunca más". El hombre pensó que el cuervo le abandonaría al día siguiente, como hacían todos sus amigos y todas sus esperanzas. El cuervo se quedó totalmente quieto y volvió a decir "Nunca más".
El negro pájaro le hizo esbozar una sonrisa y él asintió y empezó a imaginar una fantasía tras otra, pensando lo que ese cuervo quería decir con:"Nunca más".
Quedó paralizado, mirando los ojos del cuervo que parecían brillar y llegarle hasta el fondo de su corazón. El hombre reposaba sentado, iluminado por una pequeña lámpara, pensando que ya jamás volvería a iluminar a su difunta amada.
Notó que el aire se volvía denso y perfumado. Le dijo al cuervo que era un miserable, que su dios le había concedido una tregua a los recuerdos de Leonora. Y el cuervo repitió de nuevo: “Nunca más". El hombre pensó que ese pájaro era un profeta, y le preguntó si había bálsamo en Galaad. Siguió pensando que era un profeta y le preguntó si en el edén podría tener en sus brazos a su amada Leonora. El extraño pájaro contestó "Nunca más".
El hombre le dijo al cuervo que se fuera, lo echó; y que lo dejara todo intacto, como si nunca hubiera venido. Pero el cuervo insistió y dijo: "Nunca más".
Y el pajáro de la ribera de la noche Plutónica todavía seguía intacto en el dintel de la puerta, con ojos de demonio.
El alma del hombre, no podría liberarse... nunca más.
VERSIÓN NARRATIVA DE "EL CUERVO" REALIZADA POR LOS ALUMNOS DE 4ESO DEL COLEGIO MONTSERRAT
martes, 11 de noviembre de 2008
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