Solitario viajero que no tiene hogar, no conoce la compañía. No sabe que es comprometerse, solo sabe que quiere vivir. No sabe muy bien cómo hacerlo, quiere empezar de nuevo; busca por calles desiertas gente abandonada como él, lo mejor que tiene es la esperanza de que encontrará a alguien que le llene, que le complete. Y sigue andando, en su inmensa soledad apartando la tristeza. No ve lejos, solo ve lo que hay cerca; pero no le importa, porque sabe que ahí, en el fondo hay un buen final aunque no sepa cuál será ni cómo se lo encontrará. Así que sigue meditando todo eso en silencio mientras anda con una sonrisa en la cara, escondiendo sus penas, sus preocupaciones. Quiere sentirse como los demás, no quiere ser diferente. No tiene miedo al fracaso pero sí al olvido, sueña con ser recordado aunque para ello tenga que ser antes maltratado. No sabe qué busca, ni que quiere solo sabe que no quiere encontrarlo solo; necesita juntarse con alguien por el camino. Eso es lo único que tiene claro. Escrito por Sonia Corcoles
En una callejón brilla una luz es una joven olvidada , con una sonrisa misteriosa y un corazón gastado. Su vestido es granate, camina balanceándose. Parece que la ligera brisa la mueva . El vestido está roto , y la rosa que lleva en el pelo ya casi sin pétalos; un pobre vagabundo toca lentamente el violín al verla pasar Duquesa y reina era a la hora de brotar, ahora sola debe caminar; da varias vueltas al oír el violín Se acuerda de aquellos años de baile Se acuerda de sonrisas Se acuerda de años bellos Se sonríe a ella misma Ya está cansada de llorar Está cansada del maquillaje corrido bajo sus ojos Está cansada de los aros de oro Sonríe y sigue dejando la brisa llevarla Nadie parece verla Nadie parece sentir Ese corazón tan vacio tan olvidado Su mirada es como la noche Y su vestido dice todo sobre pasión Su perfume es acido Se sienta y se apoya Ya no quiere caminar Sonríe Pero nadie sabe Y nadie nunca sabrá
Un hombre camina pensativo por un camino campestre. Vuelve a casa después de muchos años. Durante el camino, vuelve a presenciar muchas escenas de su vida. Cuando iba al colegio, su primer amor, la muerte de personas cercanas, sus antiguas amistades, sus padres, familia…. Al entrar al pueblo llora amargamente.
Él, el guitarrista solitario del pequeño pueblo junto al mar. Vagabundeaba por las calles del pueblecito, con su guitarra cantando en todas las esquinas. José, que así se llamaba el guitarrista, era un simple vagabundo del pueblecito costero. Cuando era joven, había sido un gran pescador, había mantenido a su mujer y, le había dado todos los caprichos necesarios. Pero…, después de aquello, todo cambió para el humilde pescador. José enfermó, estuvo durante diez años en el hospital, no tenía esperanza de vida, pero milagrosamente se recuperó. Cuando volvió al humilde pueblo cerca de la costa, toda su familia se había marchado y, su casa ya no era suya. Así, que cogió lo único que le había acompañado durante toda la vida, su guitarra y, vivió el resto de sus días… Ariadna Rodrigo
4 comentarios:
Solitario viajero que no tiene hogar, no conoce la compañía. No sabe que es comprometerse, solo sabe que quiere vivir. No sabe muy bien cómo hacerlo, quiere empezar de nuevo; busca por calles desiertas gente abandonada como él, lo mejor que tiene es la esperanza de que encontrará a alguien que le llene, que le complete. Y sigue andando, en su inmensa soledad apartando la tristeza. No ve lejos, solo ve lo que hay cerca; pero no le importa, porque sabe que ahí, en el fondo hay un buen final aunque no sepa cuál será ni cómo se lo encontrará. Así que sigue meditando todo eso en silencio mientras anda con una sonrisa en la cara, escondiendo sus penas, sus preocupaciones. Quiere sentirse como los demás, no quiere ser diferente. No tiene miedo al fracaso pero sí al olvido, sueña con ser recordado aunque para ello tenga que ser antes maltratado. No sabe qué busca, ni que quiere solo sabe que no quiere encontrarlo solo; necesita juntarse con alguien por el camino. Eso es lo único que tiene claro.
Escrito por Sonia Corcoles
La joven del maquillaje corrido.
En una callejón brilla una luz
es una joven olvidada ,
con una sonrisa misteriosa
y un corazón gastado.
Su vestido es granate,
camina balanceándose.
Parece que la ligera brisa la mueva .
El vestido está roto ,
y la rosa que lleva en el pelo ya casi sin pétalos;
un pobre vagabundo toca lentamente el violín al verla pasar
Duquesa y reina era a la hora de brotar,
ahora sola debe caminar;
da varias vueltas al oír el violín
Se acuerda de aquellos años de baile
Se acuerda de sonrisas
Se acuerda de años bellos
Se sonríe a ella misma
Ya está cansada de llorar
Está cansada del maquillaje corrido bajo sus ojos
Está cansada de los aros de oro
Sonríe y sigue dejando la brisa llevarla
Nadie parece verla
Nadie parece sentir
Ese corazón tan vacio tan olvidado
Su mirada es como la noche
Y su vestido dice todo sobre pasión
Su perfume es acido
Se sienta y se apoya
Ya no quiere caminar
Sonríe
Pero nadie sabe
Y nadie nunca sabrá
Un hombre camina pensativo por un camino campestre.
Vuelve a casa después de muchos años.
Durante el camino, vuelve a presenciar muchas escenas de su vida. Cuando iba al colegio, su primer amor, la muerte de personas cercanas, sus antiguas amistades, sus padres, familia….
Al entrar al pueblo llora amargamente.
Él, el guitarrista solitario del pequeño pueblo junto al mar. Vagabundeaba por las calles del pueblecito, con su guitarra cantando en todas las esquinas.
José, que así se llamaba el guitarrista, era un simple vagabundo del pueblecito costero. Cuando era joven, había sido un gran pescador, había mantenido a su mujer y, le había dado todos los caprichos necesarios. Pero…, después de aquello, todo cambió para el humilde pescador. José enfermó, estuvo durante diez años en el hospital, no tenía esperanza de vida, pero milagrosamente se recuperó. Cuando volvió al humilde pueblo cerca de la costa, toda su familia se había marchado y, su casa ya no era suya. Así, que cogió lo único que le había acompañado durante toda la vida, su guitarra y, vivió el resto de sus días…
Ariadna Rodrigo
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