lunes, 20 de abril de 2009

DEDICADO

Sé que la vida es bella mirando el fracaso. Sé que mi oro es mi mente y converso solo. Duermo despierto y despierto con cada sueño. Olvido cada vez que recuerdo. Soy el relevo, la ley que no entiende de normas, un rey sin corona ni trono. Soy estupidez y astucia, un experto novato, una virtud y un defecto perfecto. Aún odiando su presencia busco el oro. Me despierto cada día con desprecio y arrogancia. Guardo una lanza, pero mi fuerza consiste en no lanzarla. No soy diferente y me muestro ausente para estar, para aprender del presente y ser fuerte. Vendo mi alma, pero el precio no es el dinero, es una tierna sonrisa. Mi armadura no es de metal, es un vestido desteñido que abriga un corazón sincero y un camino perdido. Cada vez que camino encuentro nuevas sendas. No soy más que ceniza, el recuerdo de un extinguido fuego. Soy el humo que lucha en su última oportunidad enviando señales a la nada. Soy dos veces, la que ama y la que odia, el día y la noche, el llanto y la risa. Mi corazón es salvaje, león en su trono, lamento de su presa, un camino, un muro que ha de ser saltado, nubes en un cielo azulado, rayo de sol en la tormenta. Ventana con vistas a Dios, mañana sin ser, palacio extinguido. Silencio del libro del alma, idioma de vida, seducción ingrata. Paseo por el mar del olvido, fusil de ira, herida de sal. Precipicio y montaña, calor y regazo, abrazo sin cuerpo. Sonido callado, pintor sin color, canción sin palabras, el rey, el sabio, el último peón, la poesía del mendigo, el hijo de los sueños, la voz, el intratable, el sable del peligro, el caos, el mundo y su patria, el barco y su vela, yo soy dos veces. Soy contradicciones. El que escribe y el que lee, el que ve y el que percibe. Yo soy dos veces. Mi mano y mi ser, mi cuento y mi fe, os digo: Yo soy dos veces, el uno y el otro, el que muere y el que vive.

O.F